domingo, 1 de diciembre de 2013

Brujas y monjas, dos caras de la misma moneda



Los opuestos siempre terminan siendo los extremos de la misma línea, por lo que, aunque no lo parezca, suelen compartir diversas características.

Tal sería el caso de dos grupos de mujeres bien conocidos: las monjas, que dedican su vida a Dios, y las brujas, que, por el contrario, se dedican a servir al Demonio.

En ambos casos se trata de mujeres comunes y corrientes que se vuelven excepcionales por el vínculo que contraen con una entidad superior (divina o demoníaca).

Por una parte, las monjas se entregan al servicio del Señor a través de la institución de la Iglesia; en este caso, se lleva a cabo un ritual de ordenación en el que la mujer renuncia a todo lo mundano y es consagrada para poder dedicarse al servicio divino. Este ritual, muchas veces va acompañado de un cambio de nombre al cual se le agrega un modificador: "de la Cruz", "de la Iglesia", "de Dios", "de Jesús", que indica la total pertenencia de la ahora monja a la Iglesia.

Como parte de la ordenación, además, se profesan los votos, promesas que hace la religiosa ante Dios y la Iglesia para mantenerse en la vía de la virtud y acceder a una mejor vida espiritual. Los votos obligatorios para todo aquel que se ordena son tres: pobreza, castidad y obediencia. Asimismo, existen otro tipo de votos, llamados propiciatorios, con los que se busca propiciar la voluntad de Dios y así obtener algún tipo de gracia especial, entre estos se incluyen votos como los de silencio o de ayuno.

Los votos representan de algún modo un sacrificio, una renuncia a diversos aspectos de la vida terrenal por parte de la religiosa para indicar y garantizar su entrega a Dios.

Las brujas, por otra parte, atraviesan por un rito de consagración semejante al de las monjas, sin embargo, en este caso el vínculo se establece con el Demonio y no con Dios.

El sometimiento de la bruja puede ser establecido de muchas maneras, en general, se parte de una negación de la religión y la aceptación del Diablo como nuevo señor, lo cual se comprueba en ocasiones a través de un nuevo bautismo. Además, el lazo se refuerza a través de la unión sexual y el beso negro.


Para establecer el pacto, también se llevaban a cabo sacrificios, humanos o de animales, los cuales podían formar parte de la iniciación o, en ocasiones, de diversos rituales propiciatorios a través de los cuales la bruja conseguía favores específicos, en su propio beneficio o en el ajeno.

En ambos casos, se observa que se trata de una mujer que, a través de un rito de consagración, renuncia a su vida común y se entrega al servicio de un ser superior a quien jura servir, y de quien espera obtener diversos favores.

Ahora bien, en el caso de las monjas, la consagración al servicio de Dios puede ir acompañada del recibimiento de diversos poderes o dones, por ejemplo, la realización de milagros, la sanación o la profecía. Hay que destacar, sin embargo, que no es la monja quien directamente realiza el milagro o la sanación, sino que, gracias a su devoción, sirve más bien como instrumento a través del cual obra la fuerza de Dios.

Las brujas, por su parte, también pueden recibir poderes como resultado de su pacto con el Diablo, pero del mismo modo que en el caso de las monjas, se tratará de un poder “prestado”, como lo explica el antropólogo Carmelo Lisón Tolsana: la fuente de este poder es “la adoración personal y voluntaria al demonio por parte de la bruja hereje y apóstata; su poder es vicario pero diabólico, adquirido a través de pacto explícito, personal y directo con el mismísimo Satán en conciliábulo nocturno y destructor que anuncia el aquelarre”.

Así, en ambos casos los dones son causa de la adoración y la entrega, y en ambos, el don no tiene su residencia en la mujer, sino que ésta sólo es un medio a través del cual se manifiesta una entidad superior.

Monjas y brujas, entonces, no son tan diferentes entre sí como parecen, sólo son las caras opuestas de la misma moneda: la consagración y la entrega al servicio de un ser superior; ninguna es inferior o superior a otra, sino que eligen consagrarse a diferentes facetas de la divinidad.

miércoles, 31 de julio de 2013

Charles Baudelaire, "Una carroña". La importancia del Horror

Javier Pérez, Carroña
Dentro de los poemas de Charles Baudelaire abundan versos oscuros, muchos de los cuales describen escenas llenas de horror.

No es de extrañar esta fascinación del poeta con lo horrible: ya en el poema Himno a la Belleza se habían relacionado lo horrible y lo bello asumiendo que ambos conformaban una armonía que constituía la esencia de la Belleza Universal. Al ser ambos parte de una misma unidad, tanto el Horror como la Belleza deben ser igual de gratos al poeta.

Sin embargo, existe otro rasgo que hace al Horror fascinante: lo horrible puede hacer que el individuo sienta la cercanía de la muerte, alterando la conciencia y causando que el alma quede fuera de sí, lo que facilitaría el acceso al conocimiento de diversas verdades universales. La experiencia provocada por el horror sería, entonces, semejante a la de los ritos iniciáticos, en los que el individuo debe morir simbólicamente y renacer. Es importante recordar, además, la importancia que tienen los estados alterados de conciencia para el poeta simbolista, pues le permiten librarse de la ilusión mundana y acceder a la realidad trascendente.

Esto puede observarse en el poema Una carroña (Une charogne), perteneciente a Las Flores del Mal (1868).

En el poema se describe el hallazgo, por parte de una pareja de amantes, de una carroña al borde del camino. El cadáver es descrito con todo detalle como un cuerpo putrefacto, pero al mismo tiempo rebosante de vida gracias a los insectos y larvas que lo invaden. El poeta, además, compara a su amada con la carroña, y le asegura que ella será tal como ese cuerpo pútrido una vez que muera. No obstante, agrega que, aún después de la muerte, la esencia de la amada y la del amor que comparten permanecerá viva gracias a la poesía.

En el caso de Una carroña, el alma del poeta queda conmovida ante el horror del cadáver y el contraste que representa con respecto a la escena (un día soleado en el campo).

El impacto y la situación en la que sucede, llevan al poeta a comprender que no existe una contradicción entre belleza y el horror ni entre la vida y la muerte, pues en ambas parejas, los elementos conforman una unidad: cada par es un producto de la maquinaria del Universo, la cual se conduce siempre de manera armoniosa, es decir, siguiendo los designios de la Belleza Universal.

Al poder acceder a la naturaleza de la Belleza Universal, además, el poeta comprende que la muerte no existe en realidad para él. No es que busque que su nombre y memoria sobrevivan (que sí sucede, aunque como efecto secundario), sino que, luego de que su alma ha logrado contemplar la Belleza Universal —a través del Horror—, el poeta puede crear versos que, en la medida de lo posible, capturen la esencia de lo eterno, y es precisamente gracias a esto que pueden perdurar.

Al ser retrato de las esencias universales, sin embargo, estos versos poseerán de manera necesaria elementos bellos y horribles, pues de no ser así los versos serían bonitos, pero, como la belleza de la amada del poema, desaparecerían con el tiempo.

El poeta, así, disfruta del Horror porque, al estremecer su alma, la prepara para acceder a la contemplación de la realidad trascendente, principal propósito de los poetas simbolistas.

A continuación se presenta una traducción del poema Una carroña; la traducción fue realizada directamente del francés por Nydia Lamarque. El poema original en francés puede ser encontrado aquí.

Una carroña


Recuerda aquel objeto que vimos, alma mía,
un día estival y soleado:
al borde del camino, una carroña infame
en lecho de piedras sembrado.

Con las piernas al aire, como una mujer lúbrica,
quemante y sudando veneno,
abría de manera abandonada y cínica
su vientre de emanaciones lleno.

El sol resplandecía sobre esa podredumbre
como para cocerla a punto,
y devolver al céntuplo a la Naturaleza
cuanto ella había puesto junto.

Y el cielo contemplaba la osamenta magnífica
expandirse como una flor.
Creíste desmayada caer sobre la hierba,
tan fuerte era el hedor.

Las moscas bordoneaban sobre aquel vientre pútrido,
del que salían batallones
de larvas negras, que corrían como líquido espeso
por esos vivientes jirones.

Todo aquello bajaba, subía cual las olas,
o desprendíase crujiendo;
dijérase que el cuerpo, lleno de un soplo vago,
multiplicábase viviendo.

Y todo eso sonaba con una extraña música;
de agua o de viento era el rumor,
o de grano que con rítmico movimiento,
agita y vuelve el hachador.

Las formas se borraban, no eran ya más que un sueño,
un esbozo confuso y lerdo
en la tela olvidado, al que el artista acaba
solamente por el recuerdo.

Y detrás de las rocas, una perra intranquila
nos miraba con ojo airado,
acechando el momento de recobrar en la osamenta
el apetecido bocado.

—Y sin embargo, igual serás a esta basura,
a toda esta horrible infección,
estrella de mis ojos, sol de mi vida entera,
¡tú, mi ángel y mi pasión!

Sí, tal habrás de ser, oh reina de las gracias,
después de los últimos rezos,
cuando bajo de la hierba florida y lujuriante
te enmohezcas entre los huesos.

¡Entonces, oh mi bella, diles a los gusanos
que te devorarán a besos,
que yo guardé la forma y la esencia divina
de mis amores descompuestos!


miércoles, 24 de julio de 2013

Creencias falsas: Origen y problemas

En diversos medios abunda la información falsa: gente que asegura que el cáncer se cura con agua de limón, que las vacunas causan autismo, que los egipcios fueron los primeros en llegar a América o cualquier otra teoría loca.

Sin embargo, a pesar de que en la actualidad es posible acceder con facilidad a diversas fuentes de información certificada y probada, ¿por qué la gente sigue creyendo en estas ideas y por qué es tan difícil deshacerse de ellas?

De acuerdo con un estudio publicado en Psychological Science in the Public Interest, en diciembre del 2012, la información falsa puede surgir en varios medios, los cuales deben gozar de cierta credibilidad. Así, podemos adquirir una idea falsa a través de los rumores y comentarios de la gente que nos rodea, que son personas en las que solemos confiar; o también, por medio de la ficción en películas, libros o revistas, así como por la distribución de información parcial o descontextualizada en medios de comunicación.

Este tipo de información, además, debe cumplir con dos características importantes: primero, debe ser coherente consigo misma, es decir, todos los datos proporcionados deben cuadrar lógicamente, y segundo, debe coincidir con las creencias y actitudes que el individuo tiene sobre al mundo.

Considérese el siguiente ejemplo:

Los egipcios habrían sido los primeros en descubrir América, ya que se sabe que fueron ellos los creadores de las primeras embarcaciones al rededor del 3,500 AC; las primeras ciudades americanas, por su parte, datan del 2,500 AC. Esto explicaría, además, la existencia de pirámides en ambas culturas.

En este caso, se observa que los datos cuadran cronológicamente, lo que hace que la historia sea coherente así como fácil de seguir; además, las premisas expuestas son congruentes con la idea general que se tiene de los egipcios como un pueblo con capacidades superiores. Todo esto facilita que la información sea aceptada por los individuos y que la consideren verdadera.

No obstante, cualquier investigación superficial hallaría que las embarcaciones egipcias estaban diseñadas sólo para navegar en el Nilo, a tal grado que este pueblo no viajó por el Mar Mediterráneo sino hasta mucho después, y si no tenían medios para atravesar el mar que tenían enfrente menos para surcar el océano Atlántico y llegar a América.

La lógica dentro de la información falsa, así como su correspondencia con la ideología de mucha gente provoca que este tipo de creencias se arraiguen en la mente de las personas y sean difíciles de erradicar.

De acuerdo con Colleen Seifert, profesora de psicología de la Universidad de Michigan, y participante del estudio, corregir las ideas falsas requiere de un gran esfuerzo cognitivo, por lo que muchas veces este tipo de creencias permanecen en la memoria de la gente y continúan influyendo en sus decisiones y modo de pensar.

Para empezar, el sujeto debe contrastar su creencia falsa con conocimiento proveniente de fuentes en las que confíe y que tenga por verdaderas; este nuevo conocimiento, sin embargo, al entrar en contradicción con ideas previamente aceptadas, puede ser rechazado: una vez que las creencias falsas son recibidas, forman parte de nuestro conocimiento general, con el que evaluamos al mundo, por lo que cualquier dato que entre en contradicción será tenido por sospechoso.

Además de esto, se encuentra también el factor de la resistencia: de acuerdo con la profesora Seifert y sus colaboradores, al intentar corregir una creencia falsa, se impone al sujeto un dato del exterior que, además, entra en contradicción con sus creencias y formas de pensar (en las que las ideas falsas se han arraigado), esto provocaría que el individuo desconfiara de la información correcta y se aferrara más a sus creencias.

Por su parte, el hecho de que otras personas (muchas veces cercanas al individuo) compartan la misma creencia falsa complica las cosas: el individuo verá que se trata de una idea compartida y las relaciones que mantenga con sus allegados servirán de estímulo y refuerzo para mantenerla, además, se sentirá parte de una comunidad (en general con un sentimiento de minoría vulnerable), por lo que la creencia falsa puede empezar a funcionar también como un elemento de identidad.

Ahora bien, a pesar de lo que pueda pensarse, la información falsa no es inofensiva: este tipo de creencias tiene implicaciones alarmantes en algún grado, porque la gente puede llegar a tomar decisiones basándose en datos equivocados, explica Stephan Lewandowsky, profesor de la Universidad de Western Australia, otro de los colaboradores de la investigación.

Según el profesor, las consecuencias pueden ser más o menos graves e impactar a nivel individual o social.

En el caso del ejemplo de los egipcios, las consecuencias son mínimas: no pasará de que el individuo haga un comentario que sea considerado absurdo si es oído por especialistas historiadores. No obstante, pueden darse casos más graves, por ejemplo, cuando la gente tiene la creencia de que los remedios naturales no tienen efectos secundarios, lo que puede causar que los tomen indiscriminadamente.

Cuando una creencia falsa, además, se esparce lo suficiente puede tener consecuencias a nivel social, por ejemplo, la gente que cree que las vacunas causan autismo y por lo tanto decide no vacunar a sus hijos no sólo están exponiéndolos a más enfermedades, sino que ponen en riesgo la salud de otros niños todavía muy pequeños para estar vacunados.

A pesar de la abundancia de información que existe actualmente, y de la facilidad con la que se puede acceder a ella, las ideas falsas se mantienen arraigadas en la sociedad, primero, porque, como cualquier otra creencia, coinciden con la visión que tiene el individuo del mundo, y segundo, porque, una vez aceptadas, influyen en la forma de pensar del individuo, provocando que rechace los datos e información contradictorios con sus creencias previas, aun si existen pruebas de su veracidad.

Así, es importante dudar siempre en alguna medida de la información que recibimos, contrastarla con otros datos y comprobar la confiabilidad de las fuentes. Esto ayudaría a evitar que adquiriéramos creencias falsas que pueden resultar más o menos peligrosas para nosotros.

No obstante, debe tratarse de un escepticismo imparcial: habría que dudar de la mayoría de las cosas y no sólo de aquéllas que van en contra de nuestras creencias, pues esta actitud suele ser propia de aquéllos que defienden dogmas e ideas falsas.

jueves, 11 de julio de 2013

Himno a la Belleza. Charles Baudelaire

Anteriormente se presentaron dos poemas de Charles Baudelaire: Embriágate y Elevación; sobre ellos se comentaba la necesidad que tenía el poeta de liberar su espíritu de las preocupaciones y pesares mundanos para poder acceder a la contemplación de la realidad trascendente, es decir, de la Belleza, la Bondad y la Naturaleza en sí mismas, y olvidarse de sus manifestaciones terrenales. A través de esta liberación, además, el poeta podía comprender las relaciones ocultas que existen entre los distintos elementos, físicos y espirituales, del Universo.

Franz von Stuck. El Pecado. 1893.
Por ahora, sin embargo, nos centraremos en la naturaleza de la Belleza como se revela en el poema Himno a la Belleza, de Las Flores del Mal (1868).

En el poema, Baudelaire pregunta a la Belleza cuál es su naturaleza, pues percibe en ella tanto elementos angélicos como demoníacos. Con respecto al primer aspecto, se habla de la Belleza como una entidad divina proveniente del Cielo, liberadora y de algún modo redentora; sin embargo, es la segunda naturaleza, la demoníaca, la que parece interesar más al poeta: con respecto a ésta, la Belleza es descrita como proveniente del Infierno, y se la relaciona con el Crimen, la Muerte y el Horror.

Desde una perspectiva común, solemos asociar lo bello sólo con lo celestial y lo bueno, entonces ¿porqué Baudelaire nos revela una Belleza en la que se mezclan también el pecado y lo horrible?

En Elevación se había visto que el poeta podía trascender lo mundano para contemplar las cosas divinas, aquéllas que se hallan más allá del éter, y que son eternas, atemporales y absolutas.

La Belleza, por supuesto, se encuentra entre ellas, y al poseer estos rasgos, se puede decir que existe desde siempre y para siempre en una dimensión fuera del tiempo; además, al ser absoluta, abarca todo lo que hay en el Universo. Sobre este último aspecto, no se trata tanto de que todos y cada uno de los elementos existentes sean bellos en sí mismos, sino que la conjunción de todo ellos conforma una armonía universal.

Ésta es la razón por la que la Belleza puede relacionarse también con el mal e incluso con lo Horrible: para ser un elemento divino, la Belleza de ser capaz de abarcar el Todo, de relacionarse con Todo.

Si concebimos la Belleza sólo como vinculada con lo “bonito”, con lo bueno y con lo celestial es debido a nuestra naturaleza limitada (en tiempo, espacio y cognición): dado su carácter absoluto, es imposible para nosotros, humanos, concebir la Belleza en su totalidad, por lo que la limitamos y reducimos a uno solo de sus aspectos para poder aprehenderla.

En el Himno a la Belleza, el poeta nos revela la verdadera naturaleza de la Belleza: su carácter universal que abarca tanto lo que consideramos bueno como aquello que concebimos malo, y si nos sorprende o escandaliza esta idea es sólo porque somos incapaces de entender la verdadera naturaleza de las cosas divinas.

Himno a la Belleza


¿Del hondo Cielo vienes o del Abismo sales,
Belleza? Tu mirar, infernal y divino,
el beneficio con el crimen reparte confundido,
y es por ello que todos te comparan con el vino.

Llevas en los ojos el ocaso y la aurora,
y esparces tantos perfumes cual tarde tormentosa;
tus besos son un filtro y tu boca es una anfora
que siembran coraje en el niño, y en el héroe, congoja.

¿Desciendes de los astros o del averno sales?
El Destino, como un perro, tus faldas sigue encantado,
y siembras al azar alegrías y desastres,
y aunque sobre todo gobiernas, de nada eres responsable.

Caminas sobre los muertos, Belleza, y de ellos te burlas;
el Horror no es la menos cara de tus alhajas,
y el Crimen, contado entre tus joyas más caras,
amorosamente sobre tu vientre orgulloso baila.

Los insectos deslumbrados hacia ti se dirigen, candela,
crepitan y arden, y exclaman: "¡Bendita la flama!".
El amante, jadeante, inclinado sobre su amada,
moribundo parece que acaricia la tumba anhelada.

¿Que vengas del Cielo o del Infierno, qué importa,
Belleza, monstruo enorme, ingenuo, pavoroso,
si tu mirar, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta
de un infinito que amo aunque desconozco?

De Satán o de Dios, ¿qué importa? Ángel o sirena,
¿qué importa, si me haces —¡hada de mirar suave,
ritmo, perfume, lumbrera, oh mi única reina!―
el mundo menos odioso y los instantes más suaves?

domingo, 7 de julio de 2013

Elevación

Grabado Flammarion, 1888.
Para poder contemplar la belleza del Universo, así como las relaciones secretas que existen entre las cosas, el poeta simbolista debe echar mano de diversas prácticas que le permitan liberar su espíritu.

Anteriormente se había presentado el poema Embriágate, de Charles Baudelaire, en el que se aprecia el primer paso hacia la contemplación: la ebriedad, que sirve como un método para librar el alma de las ataduras mundanas a través de un estado alterado de conciencia.

En el poema Elevación (Élévation), de Las Flores del Mal (1868), por su parte, el espíritu aparece ya libre y capaz de contemplar un plano más alto de realidad.

El poeta comienza describiendo la elevación del espíritu, desde la Tierra hacia el cielo, luego por encima de los astros e incluso más allá de la esfera de las estrellas, el nivel más alto según la concepción geocéntrica del Universo, y después del cual se encuentran los dioses.

Este vuelo permite al alma comprender las cosas desde una perspectiva “divina”: desde la altura a la que se encuentra, el espíritu puede contemplar todo el Universo ―como lo hace Dios―, por lo que conoce cosas imposibles de comprender para quienes permanecen en el nivel terrenal.

A continuación se presenta una traducción directa del francés que, sin ser literal, busca conservar el sentido de los versos; asimismo, se buscó darle alguna musicalidad, por lo que se añadieron unas cuantas palabras, señaladas en cursivas. El poema original puede ser encontrado aquí.

Elevación


Por encima de los lagos, por encima de los valles,
de montañas y de bosques, de las nubes y los mares,
más allá del sol, más allá del éter,
más allá de los confines de las esferas celestes,

tú te mueves, alma mía, te conduces ágilmente,
y, como un buen nadador, que en las ondas se sumerge,
atraviesas la profunda inmensidad alegremente,
con voluptuosidad indecible, viril y fuerte.

De estos mórbidos miasmas aléjate cuanto puedas,
ve a purificarte en el aire superior,
y el fuego claro que los límpidos espacios llena
bebe como un puro y divino licor.

Deja tras de ti las preocupaciones y las penas
que cargan con su peso esta oscura existencia,
¡Feliz quien puede, con un vuelo vigoroso,
lanzarse hacia los campos serenos, luminosos!

Aquel cuyas ideas, como aladas alondras,
vuelan libres al cielo en las matutinas horas
―¡Quien sobrevuela la vida y sin buscarlo comprende
el lenguaje de las flores y de las cosas silentes!

jueves, 27 de junio de 2013

Embriágate

El triunfo de Baco. Diego Velázquez.

Charles Baudelaire, poeta icónico de la literatura francesa, es recordado por dos aspectos principales: inaugurar, por decirlo de algún modo, el simbolismo, y haber pertenecido al grupo de los "poetas malditos", a causa de su vida bohemia.

Estos aspectos pueden ser apreciados en varios de sus poemas; por ahora, sin embargo, nos centraremos en el rasgo bohemio retratado en el poema Enivrez-vous (Embriagaos), perteneciente a los Pequeños poemas en prosa (1861).

Para el poeta simbolista, la Naturaleza y el Universo comprenden un todo armónico: existen relaciones entre todas las cosas (físicas y espirituales), y el poeta es el encargado de descifrar estos vínculos; no obstante, para lograrlo debe conjuntar y combinar todos sus sentidos en una sinestesia.

La sinestesia, empero, sólo puede ser alcanzada a través de estados alterados de conciencia, es decir, en parte gracias al consumo de alcohol y otras drogas. Por lo que la vida bohemia que llevaban estos poetas no se debía sólo al libertinaje, sino que tenía también objetivos estéticos.

Así, en el poema Enivrez-vous, se hace referencia al primer paso de la contemplación poética: la ebriedad. Baudelaire insta al lector a permanecer siempre ebrio (de vino, poesía o virtud) con el fin de liberar su espíritu de las preocupaciones mundanas, que se dan en el tiempo. Luego, el espíritu liberado, podrá acceder a la contemplación de algo más alto: la Naturaleza, la Belleza y la Bondad, que son inaccesibles a los hombres comunes debido a su naturaleza atemporal y eterna.

La traducción que se presenta a continuación del poema se hace directamente del francés, pero no busca ser literal, sino que se limita a transmitir el sentido del texto. El cambio principal que se ha hecho consiste en traducir el pronombre francés vous (vos/vosostros) por en español, para provocar una mayor sensación de cercanía con el lector. El poema original puede ser encontrado aquí.

Embriágate


Hay que estar ebrios siempre. Eso es todo; eso es lo único que importa. Para no sentir el horrible peso del tiempo, que rompe tus hombros y te aplasta contra el suelo, hace falta embriagarse sin tregua.

¿Pero, de qué? De vino, de poesía o de virtud, como desees. Pero embriágate.

Y si alguna vez, sobre los escalones de un palacio, sobre la hierba verde al margen del camino o en la lúgubre soledad de tu habitación, te despiertas y la ebriedad ha disminuido o desaparecido del todo, pregúntale al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntales qué hora es. Y el viento, la ola, la estrella, el ave, el reloj te responderán: "¡Es hora de estar ebrios! Para no ser un esclavo martirizado por el tiempo, embriágate. ¡Embriágate sin medida! De vino, de poesía o de virtud, como desees".

domingo, 23 de junio de 2013

Carmen VIII. Gayo Valerio Catulo


Se habían presentado antes dos poemas de amor de Catulo: el carmen V y el carmen VII, en los que se describía el amor que sentía el poeta por su amada Lesbia (nombre poético de Clodia), sin embargo, la relación de estos amantes no fue siempre así de feliz.

El poeta padeció varios engaños y traiciones por parte de su querida, seguidos en general de fallidas reconciliaciones; todo esto, llevó a Catulo a alternar versos felices con otros más bien amargos en los que habla sobre su dolor y sobre el rencor que sentía por quien antes amó.

En este caso, se presenta el carmen VIII, un poema de desamor en el que el poeta comenta el esfuerzo que debe llevar a cabo para soportar la pérdida de su amada.

El poema comienza haciendo referencia a los tiempos pasados en los que Catulo y "la niña" se divertían; luego se menciona la pérdida del amor y el dolor que el poeta debe soportar con entereza, y por último, se alude a la vida que le espera a "la niña" ahora que está sola y sin amor.

Si bien el poeta actúa en parte por rencor al hacer mención de los problemas futuros de "la niña", estos son también es una fuente de dolor: el amante no sólo sufre porque no sabe qué hacer ahora que ha perdido a su amada, sino que se conmueve también porque no sabe qué hará ella sin él, qué será de ella cuando esté sola.

Como en ocasiones anteriores, la traducción que se presenta es directa del latín, y las cursivas indican frases añadidas para clarificar el sentido de los versos.


Triste Catulo, deja las tonterías,
y da por perdido lo que ves perdido.

Brillaron en su momento para ti días felices,
cuando frecuentabas los lugares a los que ella te llevaba,
la niña amada por nosotros más que otra ninguna.

Entonces, cuando ella hacía para ti muchas cosas divertidas,
todas las que tú querías y que ella no rehusaba,
en verdad brillaron para ti días felices.

Pero ahora ella se rehúsa, y tú, aunque débil, también debes rehusarte,
y dejar de perseguir a la que huye y dejar de vivir tristemente,
y, con un espíritu firme, volverte insensible al dolor.

¡Adiós, niña, ya Catulo es insensible!,
ya no te buscará ni te rogará contra tu voluntad.
Pero ya sufrirás cuando nadie venga a buscarte.

Ay de ti, malvada, ¿qué vida te espera?,
¿quién se acercará a ti?, ¿quién te verá bella?,
¿a quién amarás ahora?, ¿a quién dirás que perteneces?,
¿a quién besarás?, ¿a quién le morderás los labios?

Pero tú, Catulo, sé insensible.

jueves, 13 de junio de 2013

“Melancoholia”, escalas de la tristeza



La melancolía es una profunda tristeza y una gran desesperanza ante el vacío y la nada; ante la incertidumbre que surge cuando constatamos la falsedad o la fragilidad de nuestras más profundas y arraigadas creencias, por ejemplo, la existencia de Dios o el sentido de la vida.

En el filme Melancholia (2011), de Lars von Trier, se muestra la experiencia de este sentimiento en dos escalas diferentes: primero, se aprecia la experimentación de la melancolía a un nivel individual, y posteriormente a un nivel universal.

Así, en la primera parte del filme, se observa el transcurso de la fallida fiesta de esponsales de Justine: con el paso del tiempo, la protagonista se muestra cada vez más incómoda y triste, lo que va molestando de manera creciente a los invitados e incluso a su esposo, quien al final de la fiesta decide dejarla.

Si bien se adivina que Justine sufre algún desorden depresivo, puede observarse que su melancolía en ese momento deriva del vacío y de la falsedad que percibe en la celebración: se da cuenta de que en esa fiesta no hay nada auténtico, pues muchos de los invitados en realidad no se sienten felices por ella, y aun su propia madre hace comentarios aludiendo al futuro fracaso de su matrimonio.

La perspectiva de esta farsa pone en entredicho las creencias de Justine acerca de diversas instituciones como el matrimonio o la familia, y acerca de sentimientos como el amor o la amistad. La melancolía de la protagonista deriva de constatar que sus ideales y convicciones no son sino palabras huecas y sin sentido.

El comportamiento melancólico de Justine, además, provoca una respuesta negativa por parte de los invitados: para ellos la fiesta, aunque con sus reveses, sigue siendo una fiesta, y tanto el ritual de la boda como la institución matrimonial conservan su valor; es sólo el comportamiento inadecuado de la novia lo que les amarga la noche.

En esta escala, entonces, el vacío y el sinsentido que generan la melancolía son percibidos por un sólo individuo, que resulta molesto para quienes conservan creencias firme sobre el orden y valor de las cosas, aquéllos cuyas convicciones no se tambalean.

“A veces te odio tanto”, le dice a Justine su hermana, Claire, molesta ante su actitud, pues para ella todo es ordenado y coherente, salvo la actitud de su hermana. El melancólico, de este modo, es alguien que está fuera del orden social: su percepción del Universo y de la vida es incomprensible y molesta para el resto de la gente.

En la segunda parte del filme, no obstante, se presenta el sentimiento de la melancolía desde una escala mucho mayor: una en la que toda la gente experimenta el vacío de la vida.

En este caso, quien encarna la melancolía no es tanto Justine, sino Claire, su hermana, quien se ve atormentada ante la idea de colisión entre el planeta Melancholia y la Tierra.

Cuando Claire se da cuenta de que la colisión es inminente intenta huir de casa, pero se da cuenta de que eso es inútil: todo el planeta, no sólo su ciudad, será destruido. Posteriormente, intenta hacer una especie de “último brindis”: tomarán, su hermana y ella, una última copa de vino y escucharán música en lo que esperan que el planeta choque con la Tierra, sin embargo, Justine le hace ver que eso es inútil también: un último brindis no hará que su vida haya valido más la pena.

Claire se sumerge entonces en una melancolía infinita, pues constata que no existe ninguna esperanza, que su vida, a pesar del mucho o poco empeño que haya puesto en vivirla, se extinguirá igual que del más vil de los insectos o que la del más ilustre de los hombres, y peor aún, comprende que ésta será una muerte definitiva: no quedará nada ni nadie que dé testimonio de ella o de la humanidad a la que perteneció. Sus creencias, de igual manera, se extinguirán con todo lo demás, pues ¿cómo puede existir Dios en un Universo en el que no hay nadie para creer en Él?

Aquí la melancolía ya no puede ser individual: eventualmente, por mucho que intenten evitarlo, todo ser humano en el planeta se rendirá ante el vació que implica la colisión entre Melancholia y la Tierra: ¿qué se puede esperar, en qué se puede creer cuando se habita un planeta que dejará de existir para siempre en unos minutos?

Al fin, todas aquéllas personas “tranquilas” acaban por entender al melancólico que antes despreciaban. Sin embargo, es ahora éste quien los desprecia: para él la experiencia del sinsentido y del vacío no es nueva, y sabe lo que es hallarse sin asideros; el melancólico desprecia la ansiedad y la desesperación de los demás, su falta de resignación, su poco temple para aceptar algo que desde siempre fue evidente para él.

“A veces te odio tanto”, le dice de nuevo Claire a Justine, pero ésta vez el sentido y el contexto son bien diferentes: en esta ocasión se lo dice porque Justine le hace ver que todas sus esperanzas son vanas, que debe resignarse ante el fin, y también se lo dice porque envidia su tranquilidad, porque no comprende cómo puede permanecer impávida ante la nada que se avecina.

Así, en la escala más pequeña, el vacío y el sinsentido de la existencia es percibido sólo por el ser individual, lo que provoca que sea despreciado por el resto de la gente, para quien la vida conserva su coherencia. No obstante, en la escala universal, los papeles se invierten: el melancólico mantiene el control y desprecia al resto de los seres, otrora tranquilos, que se desmoronan ante la visión del caos.

Melancholia, entonces, muestra los efectos de la tristeza melancólica en dos escalas: individual y colectiva, pero también pone de manifiesto las distintas interacciones que existen entre los seres afectados por este oscuro sentimiento.

lunes, 10 de junio de 2013

Un acercamiento a "Donde viven los monstruos"



Nada mejor para festejar el 85 aniversario del nacimiento de Maurice Sendak que una entrada sobre su obra más conocida: Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are).

Publicado en 1963, Donde viven los monstruos narra la historia de Max un niño que huye a una tierra habitada por seres fantásticos y donde es nombrado rey, pero que al final decide abandonar la corona y el poder para volver a casa.

Aunque la historia es simple, o tal vez precisamente por eso, puede ser interpretada en varios sentidos; en este caso, se optará por una interpretación a partir del marco del psicoanálisis y del aprendizaje social.

De acuerdo con la teoría psicoanalítica, la psique se compone de tres elementos principales: el ello, que representa las pulsiones y deseos más básicos o "animales", y que busca siempre la satisfacción del deseo; el súper yo, que se constituye por las prohibiciones y restricciones morales y sociales impuestas por el exterior sobre el individuo; y el yo, que se encarga de mediar entre el ello y el súper yo, es decir, busca satisfacer las exigencias del primero, pero dentro de los marcos permitidos por la realidad física y social, representados por el segundo.

Mientras el ello es innato, es decir, está dado al nacer, el yo y el súper yo se conforman y evolucionan a través de la interacción del individuo con la sociedad. La creación del yo y del súper yo dentro de la psique, además, garantiza la convivencia social a través de la satisfacción racionada del deseo, de la sublimación y de la represión de los deseos "negativos", como matar, por ejemplo.

En el caso de Donde viven los monstruos, se observa el proceso de la creación del super yo y del yo dentro de la psique del protagonista.

La historia comienza narrando una noche en que Max se puso un traje de lobo e hizo diversas travesuras, por lo que su madre lo envía a la cama sin cenar; sin embargo, su habitación se transforma en un bosque y, a través de él, emprende un viaje hacia el lugar donde viven los monstruos.

Al llegar ahí, domestica a las bestias y éstas lo nombran rey:
Max les dijo "¡Quietos!" y los amansó con el truco mágico de mirar fijamente a los ojos amarillos de todos ellos sin pestañear una sola vez, y se asustaron y dijeron que era el más monstruo de todos, y lo hicieron rey de todos los monstruos.
Luego de su nombramiento, Max inicia una gran fiesta junto con sus nuevos súbditos.

Toda esta parte de la historia representa el dominio del ello: en este caso Max, vestido como un animal, busca sólo la satisfacción de sus deseos, y para huir del castigo que se le impuso, huye a una tierra habitada por seres fantásticos, donde él es soberano, es decir, donde su voluntad puede ser satisfecha sin que exista ninguna restricción.

La fiesta de los monstruos y el carácter híbrido de estas criaturas, además, simbolizan el desorden y la irracionalidad del ello.

No obstante, luego de permanecer como rey un tiempo, Max comienza a extrañar su hogar:
Y Max, el rey de todos los monstruos, se sintió solo, y quería estar estar donde alguien lo quisiera más que a nadie. Entonces, desde el otro lado del mundo lo envolvió un olor de comida rica. Y ya no quiso ser rey del lugar donde viven los monstruos.
Max comprende, de este modo, que buscar siempre sólo la satisfacción de sus deseos no es tan conveniente como parece, pues esta actitud le impide disfrutar de los beneficios de la convivencia social, para la cual es necesario acatar ciertos límites.


Al final, Max regresa a su habitación; ya no es rey y ya no está caracterizado completamente como lobo. Así, en la psique del niño el poder del ello se ha visto limitado: el súper yo y el yo han aparecido, y ahora Max buscará la satisfacción de sus deseos (idealmente) en la medida en que las normas de convivencia se lo permitan.

Max, además, encuentra en su habitación un plato de comida caliente dejado aparentemente por su madre; el alimento, preparado por otros, representa el beneficio de pertenecer a la sociedad: muestra al niño que limitar y adecuar sus deseos tiene mayores ventajas que pérdidas.

A pesar de que cuenta con pocas palabras, se observa que la historia de Donde viven los monstruos posee una gran complejidad simbólica: mucho más que un álbum de aventuras, este libro representa una parte importante del desarrollo psicológico de los niños, si se considera desde la perspectiva del psicoanálisis.

Por su puesto que ésta no es la única interpretación posible: las historias infantiles, a pesar de su aparente simplicidad, tienen repercusiones simbólicas profundas y diversas que siempre son relevantes tanto para niños como para adultos.



jueves, 6 de junio de 2013

Carmen VII. Gayo Valerio Catulo


Se había presentado anteriormente una traducción del carmen V de Catulo, quizá uno de los poemas más famosos de este autor.

Del mismo modo que en el caso anterior, este poema pertenece al grupo del amor acendrado. En él, el poeta deja ver la necesidad que tiene de los besos de su amada, y le explica cuántos serían necesarios para que quedara por fin satisfecho y no le pidiera ni uno más.

De nuevo se presenta una traducción directa del latín que pretende ser ágil, por lo que se han añadido algunas palabras, marcadas con cursivas, con el objetivo de clarificar el sentido del texto, sin embargo, también se retiró un par. La versión original del poema, en latín, puede ser consultada aquí.


¿Preguntas, Lesbia, cuántos besos tuyos
serían para Catulo más que suficientes?

Tantos como los granos de arena
que yacen en Cirene, la rica en laserpicios,
entre el oráculo de Júpiter abrasador
y el sacro sepulcro del viejo Bato;
o tantos como las estrellas que, cuando calla la noche,
espían los amores furtivos del hombres.

Solo besándolo todas esas veces,
el loco de Catulo estaría más que satisfecho;
con tantos besos que nadie los pueda contar,
ni las malas lenguas puedan maldecir.

miércoles, 29 de mayo de 2013

"Mama" o el regreso al seno materno




Mama (2013), coproducida por Guillermo del Toro, presenta la historia de dos niñas: Lily y Victoria, que son criadas por una mujer fantasma luego de ser abandonadas en el bosque. La fantasma, a quien llaman Mama, decide cuidar de las pequeñas debido a que, en vida, perdió a su hijo recién nacido, y ahora intenta llenar ese vacío.

En un cambio de eventos, las niñas son halladas en el bosque y adoptadas por un familiar cercano, pero la necesidad de ejercer su lado materno provoca que la fantasma impida que otros se acerquen a ellas.

Al final, hay una lucha en la que las niñas deben decidir con quién prefieren permanecer: con la fantasma que las crió en el bosque o con su nueva madre de carne y hueso. La más pequeña, Lily, elige a la fantasma y debe morir para poder quedarse con ella; Victoria, la mayor, por su parte, elige a la madre humana.

Al comienzo de la película, Lily es apenas un bebé: no sabe ni andar ni caminar; Victoria tiene cerca de cinco años. No es de sorprender que Lily haya decidido quedarse con la madre fantasma al final: al haber sido criada por ella desde su más tierna infancia es comprensible que se haya encariñado con este ser de ultratumba y que le haya sido difícil confiar en otros. Por su parte Victoria, siendo mayor, estaba ya más acostumbrada a "los vivos".

Aunque está concebida como una película de terror, la cinta tiene un interesante valor simbólico, si se considera desde la perspectiva del psicoanálisis.

Cuando viven con su familia adoptiva, las niñas "se comunican" con Mama a través de un portal que se abre en la pared del clóset de su habitación. Este portal se conforma por una serie de óvalos concéntricos, primero una abertura ovalada de la que mana un líquido negro y espeso, y de la cual sale el fantasma; luego, un halo, semejante a una mancha de humedad, que rodea el hueco; finalmente, un óvalo mayor, formado por una corona de flores dibujadas por las niñas. Al verlo, el diseño del portal no puede menos que recordarnos la forma de una vagina. A continuación se presenta una recreación del diseño.
Mama, entonces, representa de algún modo la seguridad que brinda el útero materno, el deseo de volver a ese lugar de resguardo en el que todas nuestras necesidades son satisfechas de inmediato y en el que no sufrimos ningún tipo de dolor o malestar.

Herbert Marcuse, un discípulo de Freud, comenta que con la vida comienza el dolor. Sin embargo, dentro del útero no existe dolor alguno, se trata de un lugar de equilibrio y paz.

Así, al decidir quedarse con Mama en lugar de elegir a su familia de carne y hueso, Lily representa este regreso al útero, al lugar anterior a la vida, y por tanto anterior al dolor. Por su puesto que el regreso al útero en un sentido literal es imposible, así que la pequeña debe abandonar la vida para recuperar el equilibrio perdido.

De manera contraria, pero en la misma línea, el que Victoria decida quedarse con su familia humana implica, por una parte, que rechaza esta seguridad que ofrece Mama, y, por otra, que está lista para afrontar los altibajos de la vida, porque si bien la vida es el inicio del dolor, precisamente por eso también lo es del placer.

No se puede calificar ninguna decisión como correcta, porque no la hay: más que una actitud ante la vida, Lily y Victoria representan dos pulsiones, dos instintos bien conocidos: eros y tánatos.

El tánatos, o pulsión de muerte, es el deseo que tenemos en ocasiones de rendirnos ante la vida: los problemas que ésta implica llegan a abrumarnos de tal manera que deseamos regresar a la paz anterior a la vida. Esta fuerza está representada por Lily, cuyo nombre no es accidental, pues el lirio (lily, en inglés) es una flor asociada con los funerales.

El eros, por su parte, es el deseo de seguir viviendo a pesar de los problemas y sufrimientos que la vida implica; esta pulsión es representada por Victoria, y en este caso el nombre tampoco es un accidente, pues representa la victoria del eros sobre el tánatos.

Así, más que un mero filme de terror, Mama representa las dos fuerzas principales que actúan dentro de nuestra psique: el deseo de abandonarlo todo y regresar, a través de la muerte, a la paz que nos fue robada al nacer, y el deseo de, a pesar de los pesares, continuar en la batalla de la vida.

viernes, 24 de mayo de 2013

Carmen V. Gayo Valerio Catulo


Catulo fue un poeta romano del siglo I a.C, período dorado de la poesía latina.

Una de las más grandes inspiraciones de este poeta fue su romance con Clodia, una mujer casada, a quien dio el nombre poético de Lesbia.

Clodia despertó un cálido amor en Catulo, sin embargo, éste no siempre fue muy bien recompensado: el poeta refiere varios de los engaños con que Lesbia pagó su cariño.

El contraste entre pasión y desengaño provocó que Catulo fuera en sus versos desde un amor acendrado y hasta un resentimiento acerbo.

A continuación se presenta el Carmen V, que pertenece al grupo de los poemas amorosos. En él, el poeta exhorta a su amada a aprovechar la brevedad de la vida en amar, sin preocuparse del juicio de otros. Se tata de una traducción libre del latín que pretende ser ligera y contemporánea, y a la que se han agregado diversas frases, marcadas con cursivas, que pueden ser útiles para clarificar el sentido los versos.

Vivamos, Lesbia mía, y amémonos,
y los rumores de los viejos recatados
que no valgan, todos juntos, un céntimo para nosotros.

Los soles mueren y regresan,
pero nosotros, cuando se apague la breve luz de nuestra vida,
habremos de dormir una noche perpetua.

Por eso dame ahora mil besos y en seguida cien,
luego mil más y por segunda vez cien;
después uno tras otro hasta mil y al final otros cien,
y, entonces, cuando tengamos muchos miles,
revolvámoslos hasta perder la cuenta, para que no sepamos,
y para que nadie pueda juzgarnos cuando sepa,
la cantidad de besos que tenemos.

lunes, 20 de mayo de 2013

El primer paso

Un solo paso basta para empezar... y nunca sabemos cuántos daremos antes de detenernos, si nos detenemos algún día.

A veces es bueno detenerse y observar dónde nos encontramos, a veces es mejor seguir adelante... o atrás: cambiar de dirección puede ser también una buena idea.

Siempre al empezar un viaje tenemos la mirada fija en la meta, pero hay que tomar en cuenta que el destino puede cambiar según se sumen los pasos.

No importa a dónde lleguemos, ningún viaje es inútil: aun si viajamos en círculos, al regresar al punto de partida, somos otros: el viaje, por corto que sea, aun si se trata de dar vueltas en la propia habitación, tiene un efecto siempre productivo en el viajero.

Éste es el primer paso, y no sé a dónde me conducirá.

Espero que el destino sea agradable, pero mis mayores esperanzas están puestas sobre el camino.