lunes, 10 de junio de 2013

Un acercamiento a "Donde viven los monstruos"



Nada mejor para festejar el 85 aniversario del nacimiento de Maurice Sendak que una entrada sobre su obra más conocida: Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are).

Publicado en 1963, Donde viven los monstruos narra la historia de Max un niño que huye a una tierra habitada por seres fantásticos y donde es nombrado rey, pero que al final decide abandonar la corona y el poder para volver a casa.

Aunque la historia es simple, o tal vez precisamente por eso, puede ser interpretada en varios sentidos; en este caso, se optará por una interpretación a partir del marco del psicoanálisis y del aprendizaje social.

De acuerdo con la teoría psicoanalítica, la psique se compone de tres elementos principales: el ello, que representa las pulsiones y deseos más básicos o "animales", y que busca siempre la satisfacción del deseo; el súper yo, que se constituye por las prohibiciones y restricciones morales y sociales impuestas por el exterior sobre el individuo; y el yo, que se encarga de mediar entre el ello y el súper yo, es decir, busca satisfacer las exigencias del primero, pero dentro de los marcos permitidos por la realidad física y social, representados por el segundo.

Mientras el ello es innato, es decir, está dado al nacer, el yo y el súper yo se conforman y evolucionan a través de la interacción del individuo con la sociedad. La creación del yo y del súper yo dentro de la psique, además, garantiza la convivencia social a través de la satisfacción racionada del deseo, de la sublimación y de la represión de los deseos "negativos", como matar, por ejemplo.

En el caso de Donde viven los monstruos, se observa el proceso de la creación del super yo y del yo dentro de la psique del protagonista.

La historia comienza narrando una noche en que Max se puso un traje de lobo e hizo diversas travesuras, por lo que su madre lo envía a la cama sin cenar; sin embargo, su habitación se transforma en un bosque y, a través de él, emprende un viaje hacia el lugar donde viven los monstruos.

Al llegar ahí, domestica a las bestias y éstas lo nombran rey:
Max les dijo "¡Quietos!" y los amansó con el truco mágico de mirar fijamente a los ojos amarillos de todos ellos sin pestañear una sola vez, y se asustaron y dijeron que era el más monstruo de todos, y lo hicieron rey de todos los monstruos.
Luego de su nombramiento, Max inicia una gran fiesta junto con sus nuevos súbditos.

Toda esta parte de la historia representa el dominio del ello: en este caso Max, vestido como un animal, busca sólo la satisfacción de sus deseos, y para huir del castigo que se le impuso, huye a una tierra habitada por seres fantásticos, donde él es soberano, es decir, donde su voluntad puede ser satisfecha sin que exista ninguna restricción.

La fiesta de los monstruos y el carácter híbrido de estas criaturas, además, simbolizan el desorden y la irracionalidad del ello.

No obstante, luego de permanecer como rey un tiempo, Max comienza a extrañar su hogar:
Y Max, el rey de todos los monstruos, se sintió solo, y quería estar estar donde alguien lo quisiera más que a nadie. Entonces, desde el otro lado del mundo lo envolvió un olor de comida rica. Y ya no quiso ser rey del lugar donde viven los monstruos.
Max comprende, de este modo, que buscar siempre sólo la satisfacción de sus deseos no es tan conveniente como parece, pues esta actitud le impide disfrutar de los beneficios de la convivencia social, para la cual es necesario acatar ciertos límites.


Al final, Max regresa a su habitación; ya no es rey y ya no está caracterizado completamente como lobo. Así, en la psique del niño el poder del ello se ha visto limitado: el súper yo y el yo han aparecido, y ahora Max buscará la satisfacción de sus deseos (idealmente) en la medida en que las normas de convivencia se lo permitan.

Max, además, encuentra en su habitación un plato de comida caliente dejado aparentemente por su madre; el alimento, preparado por otros, representa el beneficio de pertenecer a la sociedad: muestra al niño que limitar y adecuar sus deseos tiene mayores ventajas que pérdidas.

A pesar de que cuenta con pocas palabras, se observa que la historia de Donde viven los monstruos posee una gran complejidad simbólica: mucho más que un álbum de aventuras, este libro representa una parte importante del desarrollo psicológico de los niños, si se considera desde la perspectiva del psicoanálisis.

Por su puesto que ésta no es la única interpretación posible: las historias infantiles, a pesar de su aparente simplicidad, tienen repercusiones simbólicas profundas y diversas que siempre son relevantes tanto para niños como para adultos.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario