miércoles, 29 de mayo de 2013

"Mama" o el regreso al seno materno




Mama (2013), coproducida por Guillermo del Toro, presenta la historia de dos niñas: Lily y Victoria, que son criadas por una mujer fantasma luego de ser abandonadas en el bosque. La fantasma, a quien llaman Mama, decide cuidar de las pequeñas debido a que, en vida, perdió a su hijo recién nacido, y ahora intenta llenar ese vacío.

En un cambio de eventos, las niñas son halladas en el bosque y adoptadas por un familiar cercano, pero la necesidad de ejercer su lado materno provoca que la fantasma impida que otros se acerquen a ellas.

Al final, hay una lucha en la que las niñas deben decidir con quién prefieren permanecer: con la fantasma que las crió en el bosque o con su nueva madre de carne y hueso. La más pequeña, Lily, elige a la fantasma y debe morir para poder quedarse con ella; Victoria, la mayor, por su parte, elige a la madre humana.

Al comienzo de la película, Lily es apenas un bebé: no sabe ni andar ni caminar; Victoria tiene cerca de cinco años. No es de sorprender que Lily haya decidido quedarse con la madre fantasma al final: al haber sido criada por ella desde su más tierna infancia es comprensible que se haya encariñado con este ser de ultratumba y que le haya sido difícil confiar en otros. Por su parte Victoria, siendo mayor, estaba ya más acostumbrada a "los vivos".

Aunque está concebida como una película de terror, la cinta tiene un interesante valor simbólico, si se considera desde la perspectiva del psicoanálisis.

Cuando viven con su familia adoptiva, las niñas "se comunican" con Mama a través de un portal que se abre en la pared del clóset de su habitación. Este portal se conforma por una serie de óvalos concéntricos, primero una abertura ovalada de la que mana un líquido negro y espeso, y de la cual sale el fantasma; luego, un halo, semejante a una mancha de humedad, que rodea el hueco; finalmente, un óvalo mayor, formado por una corona de flores dibujadas por las niñas. Al verlo, el diseño del portal no puede menos que recordarnos la forma de una vagina. A continuación se presenta una recreación del diseño.
Mama, entonces, representa de algún modo la seguridad que brinda el útero materno, el deseo de volver a ese lugar de resguardo en el que todas nuestras necesidades son satisfechas de inmediato y en el que no sufrimos ningún tipo de dolor o malestar.

Herbert Marcuse, un discípulo de Freud, comenta que con la vida comienza el dolor. Sin embargo, dentro del útero no existe dolor alguno, se trata de un lugar de equilibrio y paz.

Así, al decidir quedarse con Mama en lugar de elegir a su familia de carne y hueso, Lily representa este regreso al útero, al lugar anterior a la vida, y por tanto anterior al dolor. Por su puesto que el regreso al útero en un sentido literal es imposible, así que la pequeña debe abandonar la vida para recuperar el equilibrio perdido.

De manera contraria, pero en la misma línea, el que Victoria decida quedarse con su familia humana implica, por una parte, que rechaza esta seguridad que ofrece Mama, y, por otra, que está lista para afrontar los altibajos de la vida, porque si bien la vida es el inicio del dolor, precisamente por eso también lo es del placer.

No se puede calificar ninguna decisión como correcta, porque no la hay: más que una actitud ante la vida, Lily y Victoria representan dos pulsiones, dos instintos bien conocidos: eros y tánatos.

El tánatos, o pulsión de muerte, es el deseo que tenemos en ocasiones de rendirnos ante la vida: los problemas que ésta implica llegan a abrumarnos de tal manera que deseamos regresar a la paz anterior a la vida. Esta fuerza está representada por Lily, cuyo nombre no es accidental, pues el lirio (lily, en inglés) es una flor asociada con los funerales.

El eros, por su parte, es el deseo de seguir viviendo a pesar de los problemas y sufrimientos que la vida implica; esta pulsión es representada por Victoria, y en este caso el nombre tampoco es un accidente, pues representa la victoria del eros sobre el tánatos.

Así, más que un mero filme de terror, Mama representa las dos fuerzas principales que actúan dentro de nuestra psique: el deseo de abandonarlo todo y regresar, a través de la muerte, a la paz que nos fue robada al nacer, y el deseo de, a pesar de los pesares, continuar en la batalla de la vida.

viernes, 24 de mayo de 2013

Carmen V. Gayo Valerio Catulo


Catulo fue un poeta romano del siglo I a.C, período dorado de la poesía latina.

Una de las más grandes inspiraciones de este poeta fue su romance con Clodia, una mujer casada, a quien dio el nombre poético de Lesbia.

Clodia despertó un cálido amor en Catulo, sin embargo, éste no siempre fue muy bien recompensado: el poeta refiere varios de los engaños con que Lesbia pagó su cariño.

El contraste entre pasión y desengaño provocó que Catulo fuera en sus versos desde un amor acendrado y hasta un resentimiento acerbo.

A continuación se presenta el Carmen V, que pertenece al grupo de los poemas amorosos. En él, el poeta exhorta a su amada a aprovechar la brevedad de la vida en amar, sin preocuparse del juicio de otros. Se tata de una traducción libre del latín que pretende ser ligera y contemporánea, y a la que se han agregado diversas frases, marcadas con cursivas, que pueden ser útiles para clarificar el sentido los versos.

Vivamos, Lesbia mía, y amémonos,
y los rumores de los viejos recatados
que no valgan, todos juntos, un céntimo para nosotros.

Los soles mueren y regresan,
pero nosotros, cuando se apague la breve luz de nuestra vida,
habremos de dormir una noche perpetua.

Por eso dame ahora mil besos y en seguida cien,
luego mil más y por segunda vez cien;
después uno tras otro hasta mil y al final otros cien,
y, entonces, cuando tengamos muchos miles,
revolvámoslos hasta perder la cuenta, para que no sepamos,
y para que nadie pueda juzgarnos cuando sepa,
la cantidad de besos que tenemos.

lunes, 20 de mayo de 2013

El primer paso

Un solo paso basta para empezar... y nunca sabemos cuántos daremos antes de detenernos, si nos detenemos algún día.

A veces es bueno detenerse y observar dónde nos encontramos, a veces es mejor seguir adelante... o atrás: cambiar de dirección puede ser también una buena idea.

Siempre al empezar un viaje tenemos la mirada fija en la meta, pero hay que tomar en cuenta que el destino puede cambiar según se sumen los pasos.

No importa a dónde lleguemos, ningún viaje es inútil: aun si viajamos en círculos, al regresar al punto de partida, somos otros: el viaje, por corto que sea, aun si se trata de dar vueltas en la propia habitación, tiene un efecto siempre productivo en el viajero.

Éste es el primer paso, y no sé a dónde me conducirá.

Espero que el destino sea agradable, pero mis mayores esperanzas están puestas sobre el camino.